lunes, 9 de enero de 2017

Día 9 - La historia de Imad

Hoy nos levantamos más tarde de lo habitual. Pasamos la mañana en casa, recogiendo y haciendo maletas. Esta noche vamos a dormir en el campo, así que queremos dejarlo todo preparado para cuando volvamos a Tesalónica.

Hoy hace un frío del carajo. El camino del autobús al campo se hace especialmente duro. Sopla un cierzo de menos no se cuantos grados... Al llegar, algunos jóvenes están haciendo un fuego en la antigua escuela, pero pronto corremos a resguardarnos dentro de la nave.

Sabemos cuánto nos va a costar despedirnos de nuestros/as amigos/as, así que empezamos hoy mismo. Al llegar, nos juntamos con Diana y Amir, los hermanos adolescentes que entrevistamos para el docu. Queremos que lo vean. Pasamos un ratito con ellos, su madre Fidham, que enseguida se pone a preparar unos platos de fruta y unos cafés, y su hermano Mohammed, un joven de 18 años al que apenas conocemos, pues no se deja ver demasiado. Mohammed suele pasar todo el día en su cuarto, y no se relaciona con nadie, pero se muestra receptivo con nosotras cuando llegamos. Para los y las jóvenes es realmente complicado establecer lazos en el campo, ya que les cuesta mucho confiar en otras personas.

Continuamos las rondas de visitas visitando de nuevo a Lilav. Hoy la encontramos más animada, incluso nos propone juntarnos esta noche con otros jóvenes del campo y pasar un rato distendido,fuera de su rutina diaria. Tenemos una sorpresa para ella. Hace unos días nos comentaba que echaba mucho de menos leer, así que decidimos regalarle un libro. En una de nuestras escapadas al centro de la ciudad, y tras varios intentos, encontramos una librería con unos pocos libros en inglés. Escogemos para ella “Verónica decide morir” de Paulo Cohelo. Se emociona con el libro y con las fotografías y dedicatorias que le dedicamos. Mientras estamos tomamos un té, su madre teje con los dedos una bufanda para Elena y para mí.

Pronto Almas, nuestra mamá siria, viene a nuestro encuentro. Hemos estado un poquito ocupadas estos días y no hemos podido pasar mucho tiempo con ella, nos echa de menos. Así que vamos para su habitación para pasar un rato con ella y su familia. Enseguida nos saca unos gorros de lana que ha estado tejiendo para nosotras estos días, y nos cuenta que ayer estuvo tejiendo hasta las 4 de la mañana para tenerlos listos antes de nuestra vuelta a España. Si en verano fue difícil despedirnos de ella, no queremos pensar en lo que nos espera mañana.

Tras algunos encuentros más, vamos para la habitación de Imad y Aziz. Esta noche por fin dos hombres cocinan para nosotras. Es algo poco habitual, pero no tienen nada que ver con el resto de hombres que podamos encontrar por aquí(que parece que solo saben jugar a las cartas y discutir a ratos). Antes de la cena les hemos dejado el portátil para que viesen una peli que habíamos descargado. Imad nos dice que realmente echa de menos una pantalla de ordenador y disfrutar de una peli que no sea en el móvil

Después de una cena distendida, vamos a visitar a Alan. Hoy es su cumpleaños. El otro día nos contó que hace cinco años que no celebra su cumple. Antes de venir a Grecia, su familia tuvo que desplazarse a Irak. Fueron perseguidos en Siria por el simple hecho de ser kurdos y mostrarse contrarios al régimen. Durante los últimos cinco años, Alan ha trabajado los 365 días del año. Hoy cumple 18... Aunque no podemos celebrarlo como él hubiese querido, pasamos un rato divertido.

Volvemos con Imad y Aziz, a quienes hemos propuesto que escriban para el blog aquello que quieran transmitir a todos/as quienes estáis leyendo estas líneas. Os transcribimos la conversación:

Me llamo Imad, soy de Al Hassaka, una ciudad de origen kurdo al noreste de Siria.
Mi vida en Siria era muy buena, lo que entendía por una vida normal y feliz, con un buen trabajo, con mis familia y mis amigos a mi lado, con cierta libertad dentro del contexto de ser kurdos y vivir bajo un régimen dictatorial.

Tras el inicio de las protestas contra el régimen, comienza la guerra, y también los primeros ataques por parte del ISIS. En vista a la iminente guerra que se nos venía encima, el ejercito kurdo se regenera, y multitud hombres y mujeres se alistan para proteger las ciudades mayoritariamente kurdas, que se ven atacadas por todos los frentes presentes en el conflictos(ejercito sirio, ISIS, Al Nushra) y por el ejército de Turco, que durante muchos años ha tratado de represaliar al pueblo kurdo. La resistencia del ejército kurdo es mayor de lo que al principio se imaginaba, y durante mucho tiempo consiguieron frenar la entrada y toma de estos territorios a todos los grupos armados que lo intentaban. Yo jamás he empuñado un arma. Aunque quería proteger a mi familia y a mi pueblo, no soy capaz de hacerlo. Soy médico, y mi trabajo es salvar vidas, no quitarlas.

Así que que los grupos armados cambiaron sus estrategias de ataque, y ya no se trataba de combates, si no que comenzaron a enviar coches y camiones bomba para hacerlos explotar en las ciudades. Estos ataques comenzaron a sucederse diariamente, incluso a veces, varios ataques en un mismo día, así que cada vez se volvía más inviable seguir viviendo allí. La gente no podía hacer una vida normal. No salíamos a comprar comida, ni los niños iban a la escuela. A veces debíamos permanecer varios días encerrados en casa, sin luz, agua, comida...

Uno de estos ataques con coches bomba alcanzó a mi tío y murió. Fue en ese momento que decidimos que no era seguro permanecer allí. En ese momento comprendimos que, por más que nos doliese abandonar nuestro hogar, no podíamos seguir viviendo allí, así que mi madre y yo, lo dejamos todo atrás, y emprendimos nuestro camino a Turquía. No teníamos suficiente dinero para poder pagar el viaje de todos, y mi padre todavía permanece allí. Nunca ha abandonado Al Hassaka, a pesar del peligro que supone para él continuar viviendo allí.

Junto a otras 30 personas, mi madre Seham y yo, atravesamos a pie la frontera con Turquía. El viaje fue muy peligros y todos estábamos asustados. Yo era el único hombre del grupo, y caminé durante todos el trayecto con un niño de tres años en brazos. Él viajaba con sus otros dos hermanos. Su padre murió en Siria ejecutado por el gobierno, y su madre permanecía hospitalizada en Turquía desde hacía 10 meses tras sufrir un atentado con coche bomba. Al cruzar la frontera, el ejercito turco abrió fuego contra nosotros, como si fuéramos una amenaza. Tuvimos que correr hasta un lugar seguro. Llegamos a un pequeño pueblo, donde contactamos con un tío mío que vive en Turquía. Un taxi vino a recogernos para llevarnos a su casa, donde permanecimos durante 20 días hasta conseguir nuestra documentación por nuestra condición de refugiados sirios. Los niños con los que viajamos, afortunadamente pudieron reunirse allí con su madre, pero ya no sabemos si permanecen en Turquía o siguieron su viaje hacia Europa.

Tras conseguir nuestros papeles, decidimos continuar nuestra travesía para llegar a un lugar seguro. En Turquía, el pueblo kurdo no es bien recibido, así que sabemos que no podemos permanecer allí por mucho tiempo. Contactamos con la mafia para conseguir llegar a Europa, es la única manera de poder hacerlo. Acordamos que mi madre y yo viajaríamos en el mismo bote. Nos piden 1500€ por persona. Quedamos con ellos ese mismo día, para salir desde Izmir. Los traficantes son de origen turco. En un primer momento, tratamos de llegar al punto de recogida en la playa. Cada traficante tiene un punto de partida. Así que nos meten a todos en un camión para trasladarnos hasta allí. Una situación muy angustiosa, donde pasamos verdaderamente miedo. La policía turca trató de cortarnos el paso, pero el conductor consiguió evitarlos. Al día siguiente volvimos a intentarlo con el mismo traficante, a la misma hora. Esta segunda vez, pasamos todos los controles policiales y conseguimos llegar a la playa a las 5,30 de la tarde. Estaba oscuro y aquello parecía una jungla. No podíamos encender una linterna o ni siquiera fumar un cigarrillo para que no nos descubrieran, los traficantes no nos lo permitían. Solamente podíamos llevar con nosotros una pequeña mochilas, en la que metí algo de ropa, pero ningún objeto personal, porque sabíamos que podía mojarse y podíamos perderlo. No llevábamos nada más porque pensábamos que en 5 días o en una semana estaríamos ya en Alemania. Llevábamos nuestros móviles metidos en unas pequeñas bolsas de plástico para protegerlos del agua. Nos dijeron que a las 7 de la mañana partía nuestro bote. Exactamente a las 7 , comenzaron a ponernos a todos, 70 personas, en el bote. Cuando estábamos a unos 30 metros, nuestro bote se rompió, y comenzó a inundarse, y toda la gente asustada comenzó a pedir ayuda. Los traficantes vinieron a por nosotros y nos rescataron, y nos dijeron que iban a traer un nuevo bote, con un motor nuevo, y estuvimos hasta las 4 de la tarde esperando que lo trajeran. Después de esto, nos pusieron a 60 personas en la misma barca. Éramos las últimas personas que quedábamos en la playa. Cuando empezamos a navegar, estábamos muy asustados, porque era nuestro primer viaje en el mar, 60 personas en una pequeña embarcación, nada segura, y no podíamos hacer nada. Cuando llegamos a mitad del trayecto había un gran barco del gobierno turco. Nos vieron llegar desde la otra orilla y trataron de volcar nuestra embarcación haciendo grandes olas, navegaban alrededor de nosotros, y comenzó a entrar agua en la embarcación. Comenzamos a coger a los niños en brazos, para que viesen que había menores entre nosotros y dejasen de intentar volcar el barco, porque íbamos a morir ahogados. Trataron de pararnos, pero el conductor del bote no se detuvo en ningún momento. El conductor era un hombre que no tenía dinero para pagar su pasaje, así que acordó con los traficantes que sería él quien condujera el barco. Le enseñaron lo básico para poder manejarlo, antes de comenzar a navegar.
Fue en tres ocasiones que intentaron volcar el barco, pero no lo consiguieron. El conductor siguió navegando, y conseguimos cruzar las aguas turcas, así que estábamos en lugar seguro.

Después de media hora, llegamos a una isla griega. Allí nos recogió la Cruz Roja. Cogieron a los niños, y nos dieron ropa seca para cambiarnos, zapatos y mantas térmicas, hacía mucho frío. Nos subieron a un autobús y nos trasladaron a un campo en la misma isla. En el campo había gente muy amable. Nos dieron una pequeña habitación para una sola noche, en la que dormir y descansar. Esa noche estábamos felices, porque pensábamos que conseguiríamos llegar a Alemania.
Esa noche, completamos nuestro registro como refugiados en Grecia. Al día siguiente nos trasladan con un barco a Atenas y nos instalan en unas habitaciones. Nos dicen que debemos permanecer allí porque la frontera está cerrada y no podemos continuar nuestro viaje. Al día siguiente, nos suben a un autobús, pero finalmente la policía no permite que el autobús se ponga en marcha porque dicen que la frontera está cerrada. Nos retienen allí, y nos dicen que debemos regresar a un campo. 
Llegamos allí y estamos tan solo una noche. Al día siguiente cogemos otro autobús, que pensábamos que nos trasladaría a Idomeni, pero no es así. Nosotros no confiábamos en la policía y no creíamos que fuera verdad que la frontera estuviera cerrada, porque habíamos visto a mucho gente que dejaba Atenas y nos decían que la frontera estaba abierta. 
Dos furgones policiales nos escoltan, y al llegar a una estación de servicio la policía no nos permite continuar el trayecto. Permanecimos allí durante seis días y seis noches. Era marzo y estuvimos seis días a la intemperie. Por la noche, las mujeres y los niños dormían en el autobús, los hombres dormíamos en la calle en unos sacos de dormir. Había algunos voluntarios que nos traían comida y agua. Después de eso, continuamos el viaje, pero volvieron a detenernos en otra estación de servicio durante dos días, y después nos llevaron a un campo militar durante otros dos días. Desde allí, cogimos unos taxis y nos trasladamos a Idomeni.

Idomeni era como un gran cementerio. He visto de todo allí, excepto humanidad. Era como una jungla. Tenías que ser fuerte para permanecer vivo. Había grupos que tenían poder y que podían vivir mejor que la gente corriente. Si tienes gente que te apoya, tienes poder, puedes hacer lo que quieras. Pueder robar, extorsionar, pelear. Las organizaciones también tenían miedo de esta gente ¿Puedes creerlo? Sólo si tienes poder, permaneces vivo.
Yo no me sentía amenzado, porque tenía mucha gente que confiaba en mí, porque veían cómo me comportaba en Idomeni y lo que hacía. Trataba de ayudar a todo el mundo. Yo organicé, junto a otras personas, una huelga de hambre. Yo luchaba por todo el mundo por igual, no sólo por mi propio interés. Como hablaba inglés, hablaba con la prensa, y les explicaba cómo era la situación en Idomeni, qué es lo que pasaba. Mandé muchos mensajes al público europeo. Es por eso que tenía mucha gente de mi lado, que me respetaban, y que confiaban en mí.
Había 10.000 personas viviendo en Idomeni. Había un montón de gente por todos sitios. Una gran fila de gente para recoger comida, otra fila para recoger un té caliente, otra fila para recoger agua. Así que debíamos esperar como unas 4 horas para que nos dieran algo de comida. Estuve viviendo en Idomeni desde el 1 de Marzo hasta el 26 de Junio. Con la policía no había ninguna relación, no colaboraban para nada con nosotros. Había muchos voluntarios de todas partes de Europa, también griegos. Algunos voluntarios griegos comenzaron a decirnos que dejásemos Idomeni, y nos trasladásemos a otros campos en Grecia, porque no iban a abrir la frontera. Pero no podíamos creerles, así que permanecimos allí. Teníamos una pequeña esperanza de que abrieran la frontera, pero finalmente, tenían razón, y aquí seguimos.

A la hora de desalojar Idomeni, la policía vino una noche, y nos dijeron que debíamos abandonar el lugar a la mañana siguiente. Nos dijeron que a las 6 de la mañana debíamos estar listos para subirnos a un autobús que nos trasladase a otro campo. Fuimos el último grupo en abandonar Idomeni. En los últimos días, trataron de presionarnos para que abandonásemos el lugar, haciendo volar, muy cerca de nosotros aviones, aquí sin bombas pero... trataban de asustarnos. Le dije a un amigo griego que me parecía que estaba en Siria de nuevo. La gente comenzó a enfrentarse con la policía esos últimos días, pues habían perdido la esperanza de que se volviese a abrir la frontera de nueva.

Nadie nos daba información de dónde querían trasladarnos. El gobierno era quien decidía a qué campo iban a trasladar a cada persona. No sabíamos cómo iba a ser el campo. Sólo nos decían que iba a ser mejor que Idomeni, que ibámos a tener buenas instalaciones, con baños, con comida buena, siempre las mismas promesas, pero no les creíamos. Cuando llegamos a aquí y vimos el lugar...Estaba sucio y olía a petróleo. Nos dijeron que no podíamos elegir, que debíamos permanecer aquí. De repente, pasé de ser un médico respetado en Siria, a ser un vagabundo. Cuando comprendimos que íbamos a seguir aquí por mucho tiempo, comenzamos a limpiar todo y a organizar nuestra vida aquí.
Al principio, el grupo que vinimos al campo, nos conocíamos, de Idomeni. Entre todos acordamos unas reglas de convivencia. Después de un mes, vino una familia, bastante numerosa, y la convivencia se tornó un poco más complicada. Durante las primeras semanas, tanto la policía como los militares nos escuchaban, y trataban de ayudarnos en lo que podían, pero ahora la relación ha cambiado, no sé muy bien porqué.

La vida ahora en el campo es buena, porque cuando pienso en el pasado...ahora está bien. Antes...¿puedes imaginarte a ti misma en una pequeña tienda en la que dormir, cocinar, fregar? Por supuesto que no puedes. Debíamos robar la electricidad, porque teníamos orden de no poder conectar nada. En invierno, con todo el calor, dentro de las tiendas, sin ventiladores, y en invierno, con el frío, sin calentadores. Pero, ahora, con estas habitaciones, estamos mejor, eso es lo que yo pienso, al menos. 

No se cuanto tiempo más voy a estar aquí. Hice mi segunda entrevista hace dos meses y diez días, pero espero que no sea mucho tiempo más. Creo que el futuro será mejor, de hecho, eso es lo que espero.

No se qué pensar sobre Europa. Están haciendo que nos volvamos locos. Pensábamos que iban a ayudarnos, pero no hacen nada por nosotros. Nos dejaron en una jungla, en la calle y nos dicen, búscate la vida. Nos acogen por la guerra en Siria, nos dicen que estamos a salvo, pero después nos dejan tirados en la calle. Pero estad agradecidos, piensan, porque aquí no hay guerras ni conflictos.
No somos una amenaza para Europa. Por supuesto el pueblo kurdo está en contra del terrorismo. Durante 4 años hemos tratado de combatirlo. Llevamos 4 años luchando contra ellos. Hemos tratado de proteger nuestras ciudades, y a todo aquel que podíamos, del terrorismo y del ISIS, así que puedo afirmar que la gente kurda está en contra del terrorismo. Concretamente porque ellos mataron a mi tío, es algo que no podré olvidar, no puedo olvidar lo que han hecho.

No pienso que la gente siria odie Europa ni a los europeos, al menos quienes yo conozco. No odiamos a nadie. Solamente necesitamos una vida normal, un lugar seguro. Sólo quiero un hogar, como el resto del mundo. Una casa con tejado, no como esta habitación. Y quiero volver a reencontrarme con toda mi familia, verlos de nuevo. Hace dos años y medio que no los veo, es muy difícil para nosotros, para mí, para mi madre, para mi padre. Dejamos a mi padre en Siria porque no teníamos suficiente dinero para poder traerlo con nosotros, así que cuando llegue a cualquier país en Europa, intentaré hacer la reubicación familiar de mi padre. Ahora está en peligro. Ahora mismo la situación en Al Hassaka no es del todo mala, pero no sabemos cuándo el ISIS tratará de nuevo de atentar con coches bombas o de sitiar la ciudad.

No se qué más puedo decir. He mandado multitud de mensajes a distintos medios de comunicación, a los gobiernos, lo he transmitido a través de muchas voluntarias de diferentes países, y no he obtenido nunca ninguna respuesta, no he visto ninguna solución a nuestra situación.

Veo que mi futuro será genial cuando consiga dejar Grecia. Mi plan es pedir la reubicación familiar para mi padre, y comenzar una nueva vida juntos, quizás con nuevas personas, quizás con un nuevo trabajo, no sé. Realmente, echo mucho de menos mi trabajo como médico.

Creo que cuando piense en toda esta temporada, algunas veces recordaré las cosas buenas, otras veces las cosas malas. Pero he conocido a muy buena gente, a gente increíble, de la que guardaré muy buenos recuerdos. Me siento más fuerte que antes, porque he estado mucho tiempo siendo paciente. Quizás porque he soportado demasiadas cosas malas. He superado muchas cosas. Creo que ahora soy mucho más humano.

Ahora mismo no siento que sea una persona normal. Todo el tiempo estoy pensando ¿Cuándo podré dejar Grecia? ¿Cuándo me van a llamar? Pero creo que en el futuro, seré una persona normal, con una vida normal.

Nadie sabe cuándo acabará la guerra en Siria, espero que muy pronto. Y cuando acabe, me gustaría volver, por supuesto. Porque, de verdad, echo mucho de menos mi país .Es un país genial. Intentaré que sea un país mejor de lo que era antes de la guerra, un país sin Al Assad. El problema es que hay muchas manos metidas ahora mismo en Siria, y es muy complicado sacarlas de allí. No es una guerra civil, es como una guerra mundial concentrada sobre un sólo país. Muchas veces trato de pensar cuál es la verdadera razón de la guerra de Siria, y siempre acabo con un gran dolor de cabeza. Porque no logro encontrar la verdadera razón de esto. Pero sé que un día todo estará bien. Muchas veces me digo a mi mismo esta frase: "estaremos bien un día".

Y así, con el corazón en un puño y las emociones a flor de piel, terminamos el día, agradeciendo a Imad su sinceridad y que haya accedido a abrirse de esta manera para nosotras y para todos quienes seguís nuestras líneas diariamente.




1 comentario:

  1. He estado escuchando acerca de esta tarjeta de cajero automático en blanco por un tiempo y nunca realmente pagó ningún interés a ella debido a mis dudas. Hasta que un día descubrí a un tipo de hacking llamado Donard. Él es realmente bueno en lo que está haciendo. De vuelta al punto, me preguntó acerca de la tarjeta de cajero automático en blanco. Si funciona o incluso existe. Me dijeron que sí y que su una tarjeta programada para dinero aleatorio retira sin ser notado y también se puede utilizar para compras en línea gratis de cualquier tipo. Esto fue impactante y todavía tenía mis dudas. Entonces lo intenté y pedimos la tarjeta y accedimos a sus términos y condiciones. Esperando y rezando no era una estafa. 3 días más tarde recibí mi tarjeta y probé con el cajero automático más cercano cerca de mí, funcionó como magia. Yo era capaz de retirar hasta $ 5000 diarios. Esto fue increíble y el día más feliz de mi vida. Hasta ahora he sido capaz de retirar hasta $ 40000 sin ningún estrés de ser atrapado. No sé por qué estoy publicando esto aquí, sólo sentí que esto podría ayudar a aquellos de nosotros en la necesidad de estabilidad financiera. En blanco Atm realmente ha cambiado mi vida. Si desea contactar con ellos, aquí está la dirección de correo electrónico donardmorrisworld27@gmail.com Y creo que también cambiará su vida. Correo electrónico: donardmorrisworld27@gmail.com

    ResponderEliminar