lunes, 2 de enero de 2017

Día 5- ¿Alguien necesita gafas?

Después de poco más de cuatro horas de sueño, el despertador no perdona, y pese a que intentamos obviarlo durante unos minutos, el trabajo que hoy tenemos por delante es más importante que el cubrir la falta de sueño. Duchazo rápido y directas al campo.

Al llegar al transbordo con el segundo autobús que nos lleva a Sinatex conocemos a una entrañable familia de Damasco que vive en un apartamento de Tesalónica y se dirigen por primera vez a Sinatex para visitar a Jazmin, una buena amiga de ellos. Nuestro encuentro nos aporta una nueva sensación en toda esta experiencia, pues en cuanto nos ven se dirigen a nosotras para preguntarnos por la ubicación del campo, al mismo tiempo que nosotras sabíamos de ante mano dónde se dirigían ellos. Algo así como un entendimiento preestablecido entre ellos y nosotras, algo que nos gusta sentir. Durante el camino compartimos vivencias, como no podía ser de otra manera.


Una vez allí vemos que hoy hay gente en la calle. Hace un día riquísimo para estar bajo el Sol, incluso sin necesidad de llevar abrigo. Nos da mucha alegría ver a unos cuantos niños jugando en la zona de la escuela porque nos recuerda los buenos momentos que pasamos allí durante el verano. Además, hoy han ido de visita otros voluntarios que anteriormente conocían Sinatex, por lo que la viveza en el ambiente está latente.

Escuela llena de vida

Voluntarios de visita

Sin más preámbulo, nos preparamos para comenzar la tarea. Nuestra programación para hoy es hacer el listado de los tintes necesarios para la primera sesión del espacio de las mujeres. Aprovechando el plan, Andrea nos pide que incluyamos varias cosas más. El próximo mes un equipo de optometristas españoles visitará los campos en busca de problemas visuales y abastecerá con gafas nuevas a todo el que las necesite. Para ello necesitan un listado previo que analice la situación y les facilite la tarea. ¡Sólo nos ha faltado el uniforme de enfermeras! A parte de esto, también preguntamos a las mujeres sobre el color de lana que utilizan, ya que otro rasgo que hay que añadir a su atareada vida es que son unas magníficas tejedoras y ellas mismas han trabajado y trabajan en completar su armario y el de sus maridos e hijos. Junto con todo esto también informamos a todas las familias de que próximamente comenzará una nueva dinámica de impartir las clases de inglés y de alemán, para las que se ofrecerá un servicio de guardería para que ellas puedan ir a las clases. Hay mucho que hacer, así que Alicia y yo nos dividimos, cada una con su traductor, que a parte de ejercer esta labor, son una estupenda compañía.

Cuatro o cinco horas después y tras unas 20 casas por cabeza, una tras otra sin parar, tenemos toda la información. ¡Estamos exhaustas la verdad! Pero el tiempo ha pasado sin darnos cuenta y valoramos que ha sido muy fructífero realizar el recorrido. Al poner en común la experiencia coincidimos en que nos ha servido para ubicar a todas las personas con sus parejas, hijos/as y/o padres y madres. Algunos de ellos no salen a penas de las habitaciones y no conocíamos todas las familias completas con tanta exactitud. También, y retomando la idea que comentaba en relación al encuentro del autobús, sentimos un apego importante ya al modo de expresarse cultural y socialmente. No entendemos lo que dicen por cuestión de lenguaje, pero sabemos, o al menos, percibimos que es lo que quieren expresar, entre ellos o hacia nosotras. Vaya, que sentimos que ya somos parte del lugar y que confían en nosotras. Quizá no todos lo hagan, claro, pues también somos más conscientes de ciertas tiranteces entre determinadas familias o personas, y por ello sabemos que debemos actuar con cautela ante algún aspecto para no dificultar o comprometer a terceros.

Digamos que vamos aprendiendo, en muchos aspectos. También el día de hoy nos ha servido para darnos aún más cuenta de la dificultad intrínseca a la coordinación de algo tan abrumador como este lugar puede resultar a veces. Pese a eso, es un placer llamar a las puertas y que te reciban con una sonrisa por norma general y se despidan mostrando su agradecimiento.

Para terminar el día, hacemos otro listado (sí otro) con Imad. Tras la visita ayer a Derveni, hemos pensado que nos gustaría aportar una pequeña inversión destinada a un botiquín con medicamentos y otros útiles sanitarios básicos. Nos parece una buena idea que sea Imad (el doctor, por si no lo recordáis) el que se los lleve y les explique como hacer un buen y responsable uso de ellos. Se ha mostrado muy pro activo con la idea. Quizá es un pequeño aliciente para él, ya que extraña mucho ejercer su profesión y siente verdadera devoción por ayudar a los demás aplicando sus valiosos conocimientos.

Cuando llega la hora de marcharnos, pesar de nuestra negativa, Imad y Aziz insisten en acompañarnos a la parada del autobús. En el camino, Imad recuerda en cierto tono de humor, y escenifica con nosotras, su paso por la frontera entre Siria y Turquía. Nos cuentan que no les gustan los camiones, les recuerda el momento en el que la mafia les traslada hacia el barco que les llevaría a Grecia. 70 personas metidas en un pequeño camión, y muy asustados. Cada día alucinamos y admiramos más la naturalidad con la que expresan lo que han vivido.

Poco más que añadir por hoy. Nuevamente las tantas de la mañana, pero otro enriquecedor día a la espalda.

Dulces sueños.


 

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