Después
de poco más de cuatro horas de sueño, el despertador no perdona, y
pese a que intentamos obviarlo durante unos minutos, el trabajo que
hoy tenemos por delante es más importante que el cubrir la falta de
sueño. Duchazo rápido y directas al campo.
Al
llegar al transbordo con el segundo autobús que nos lleva a Sinatex
conocemos a una entrañable familia de Damasco que vive en un
apartamento de Tesalónica y se dirigen por primera vez a Sinatex
para visitar a Jazmin, una buena amiga de ellos. Nuestro encuentro
nos aporta una nueva sensación en toda esta experiencia, pues en
cuanto nos ven se dirigen a nosotras para preguntarnos por la
ubicación del campo, al mismo tiempo que nosotras sabíamos de ante
mano dónde se dirigían ellos. Algo así como un entendimiento
preestablecido entre ellos y nosotras, algo que nos gusta sentir.
Durante el camino compartimos vivencias, como no podía ser de otra
manera.
Una
vez allí vemos que hoy hay gente en la calle. Hace un día riquísimo
para estar bajo el Sol, incluso sin necesidad de llevar abrigo. Nos
da mucha alegría ver a unos cuantos niños jugando en la zona de la
escuela porque nos recuerda los buenos momentos que pasamos allí
durante el verano. Además, hoy han ido de visita otros voluntarios
que anteriormente conocían Sinatex, por lo que la viveza en el
ambiente está latente.
Escuela llena de vida
Voluntarios de visita
Sin
más preámbulo, nos preparamos para comenzar la tarea. Nuestra
programación para hoy es hacer el listado de los tintes necesarios
para la primera sesión del espacio de las mujeres. Aprovechando el
plan, Andrea nos pide que incluyamos varias cosas más. El próximo
mes un equipo de optometristas españoles visitará los campos en
busca de problemas visuales y abastecerá con gafas nuevas a todo el
que las necesite. Para ello necesitan un listado previo que analice
la situación y les facilite la tarea. ¡Sólo nos ha faltado el
uniforme de enfermeras! A parte de esto, también preguntamos a las
mujeres sobre el color de lana que utilizan, ya que otro rasgo que
hay que añadir a su atareada vida es que son unas magníficas
tejedoras y ellas mismas han trabajado y trabajan en completar su
armario y el de sus maridos e hijos. Junto con todo esto también
informamos a todas las familias de que próximamente comenzará una
nueva dinámica de impartir las clases de inglés y de alemán, para
las que se ofrecerá un servicio de guardería para que ellas puedan
ir a las clases. Hay mucho que hacer, así que Alicia y yo nos
dividimos, cada una con su traductor, que a parte de ejercer esta
labor, son una estupenda compañía.
Cuatro
o cinco horas después y tras unas 20 casas por cabeza, una tras otra
sin parar, tenemos toda la información. ¡Estamos exhaustas la
verdad! Pero el tiempo ha pasado sin darnos cuenta y valoramos que ha
sido muy fructífero realizar el recorrido. Al poner en común la
experiencia coincidimos en que nos ha servido para ubicar a todas las
personas con sus parejas, hijos/as y/o padres y madres. Algunos de
ellos no salen a penas de las habitaciones y no conocíamos todas las
familias completas con tanta exactitud. También, y retomando la idea
que comentaba en relación al encuentro del autobús, sentimos un
apego importante ya al modo de expresarse cultural y socialmente. No
entendemos lo que dicen por cuestión de lenguaje, pero sabemos, o al
menos, percibimos que es lo que quieren expresar, entre ellos o hacia
nosotras. Vaya, que sentimos que ya somos parte del lugar y que
confían en nosotras. Quizá no todos lo hagan, claro, pues también
somos más conscientes de ciertas tiranteces entre determinadas
familias o personas, y por ello sabemos que debemos actuar con
cautela ante algún aspecto para no dificultar o comprometer a
terceros.
Digamos
que vamos aprendiendo, en muchos aspectos. También el día de hoy
nos ha servido para darnos aún más cuenta de la dificultad
intrínseca a la coordinación de algo tan abrumador como este lugar
puede resultar a veces. Pese a eso, es un placer llamar a las puertas
y que te reciban con una sonrisa por norma general y se despidan
mostrando su agradecimiento.
Para
terminar el día, hacemos otro listado (sí otro) con Imad. Tras la
visita ayer a Derveni, hemos pensado que nos gustaría aportar una
pequeña inversión destinada a un botiquín con medicamentos y otros
útiles sanitarios básicos. Nos parece una buena idea que sea Imad
(el doctor, por si no lo recordáis) el que se los lleve y les
explique como hacer un buen y responsable uso de ellos. Se ha
mostrado muy pro activo con la idea. Quizá es un pequeño aliciente
para él, ya que extraña mucho ejercer su profesión y siente
verdadera devoción por ayudar a los demás aplicando sus valiosos
conocimientos.
Cuando
llega la hora de marcharnos, pesar de nuestra negativa, Imad y Aziz
insisten en acompañarnos a la parada del autobús. En el camino,
Imad recuerda en cierto tono de humor, y escenifica con nosotras, su
paso por la frontera entre Siria y Turquía. Nos cuentan que no les
gustan los camiones, les recuerda el momento en el que la mafia les
traslada hacia el barco que les llevaría a Grecia. 70 personas
metidas en un pequeño camión, y muy asustados. Cada día alucinamos
y admiramos más la naturalidad con la que expresan lo que han
vivido.
Poco
más que añadir por hoy. Nuevamente las tantas de la mañana, pero
otro enriquecedor día a la espalda.
Dulces
sueños.
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