Llegamos al ecuador de nuestra
andadura y como todos los días, nos levantamos cansados, pero el tiempo que nos cuesta despejarnos es
tan corto como el que nos supone comenzar a proponer nuevos proyectos e ideas
que ponemos en común en el desayuno. Nos
da la sensación que durante la noche cada uno hace su reflexión particular y
analiza sus propuestas de mejora para aportar a la mañana siguiente. Durante el mismo se van sucediendo
conversaciones y sensaciones vividas en los días anteriores que reflejan en
nuestros rostros sonrisas cargadas de ilusión y ganas de seguir aportando todo
lo que podamos.
Los más peques siempre dispuestos a colaborar
Nos montamos en la furgo rumbo al campamento y vamos notando
que progresivamente le cuesta más subir las cuestas, quizás sea porque cada día
está más llena de todo lo que nos aportan las personas que vamos conociendo más
profundamente. Una vez allí, las primeras horas del día las llevamos a cabo
trabajando de manera conjunta (colocamos
la red de voley, fabricamos fichas de ajedrez para la mesa-tablero, construimos
un “mikado”, y elaboramos nuevos carteles...) Estos trabajos que hacemos entre
risas y guiños alimentan y favorecen, si cabe más, la cohesión entre nosotros.
Apreciamos durante nuestras
construcciones matutinas, la curiosidad de algunos adultos que salen del campo
para observar las cosas que vamos haciendo.
Hoy nuestra estancia, nos regala
otro maravilloso momento, Halil se reencuentra con su padre que había sido deportado
a Turquía un tiempo atrás, el cual pudo escaparse de diferentes controles
policiales para poder encontrarse de nuevo con su familia.
Nos vuelve a sorprender la
generosidad de la gente, cuando nos traen tres platos de guiso de garbanzos
para cargarnos de energía, hecho que nos hace pensar que estamos recibiendo más
de lo que nosotros podemos llegar a aportar.
Después de comer y, sin tiempo
para digerir los productos griegos y kurdos, decidimos, de la misma manera que
el día anterior, diversificar tareas y varios
acceden dentro del campamento para continuar con nuestras “páginas amarillas”,
fomentando las capacidades de los habitantes e intentado captar las necesidades
de otros para procurar solventarlas en la medida de nuestras posibilidades . Por
un lado, percibimos a muchos más activos y motivados con su sentimiento de
utilidad gracias, en parte, al trabajo incansable de Rudim, nuestro traductor.
Algunos inician pequeñas tareas de carpintería y otros deciden plantar algunas
semillas en espacios que ellos mismos han creado para ello. Nos ilusiona y
enriquece la idea de que el campo pueda seguir los pasos de la autogestión. Además,
dos jóvenes del campamento aceptan la idea de iniciar la semana que viene
clases prácticas de dibujo y deporte.
Elaborando las "páginas amarillas"
Algunas personas nos preguntan,
inmersos en un mar de dudas, que país les recomendamos para pedir asilo. Deben
seguir un procedimiento de elección de ocho países en orden de prioridad, los
cuales, desgraciada e injustamente no abrirán sus puertas para poder reorientar
sus vidas.
En una de las paradas entregamos
a una persona, con dificultades visuales percibidas ayer, varias gafas graduadas que recopilamos de
España donadas por amigos y familiares
para que pueda probarlas y así paliar sus dolencias, así como una listado de
hospitales gratuitos en la ciudad de Tesalónica.
Otro alto en el camino, nos
detiene en una de las tiendas del
interior, donde otra de nuestras compis mantiene conversaciones con un grupo de
mujeres que confiesan, de manera abierta y confidente, algunas de sus necesidades , tanto materiales (papel, azúcar,
aceite..) como personales (mayor independencia respecto a sus responsabilidades
familiares y sentirse bien con ellas mismas…)
Durante el recorrido por el
interior del campo surgen conversaciones de gran intensidad con momentos y
palabras que serán muy difíciles de extraer de nuestras cabezas y corazones para
el resto de nuestras vidas.
Mientras tanto, en las aulas
exteriores, continúan las actividades ya asentadas con los niños, así como
otras nuevas propuestas, de carácter innovador con los adultos, a las cuales,
como en días anteriores, sobre todo mujeres y adolescentes acceden ilusionados.
Hoy toca sesión de masajes de mamás para bebés y para ellas mismas.
Taller de masajes para bebés
A unos pocos metros conseguimos reorientar a los hombres en su
práctica deportiva, con la nueva red ya instalada, algunos se acercan a echar
unos toques de voley. Seguro que con el paso de los días podrán alternar los
deportes siendo que, además, hemos
cargado en la furgo una vieja canasta que estaba guardando polvo para intentar arreglarla y darle uso en las
próximas jornadas.
El voley también mola
Poco antes de concluir la sesión
de masajes, se escuchan a lo lejos varios gritos desesperados de varias
personas, podemos observar el tumulto formado y tras varios minutos de
incertidumbre nos hacen saber que dos hermanos han recibido una llamada
telefónica desde Turquía notificando el fallecimiento de su madre en un
accidente de tráfico. Se genera, tanto
fuera como dentro del campo, una sensación de vacío y tristeza que también nos
envuelve a nosotros que nos encauza a decidir que es el momento de terminar con
las actividades y empezar las tareas rutinarias de recogida y limpieza de las
aulas y alrededores para poner fin a otro día intenso, afable y enriquecedor.
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