viernes, 19 de agosto de 2016

Día 5. El cansancio que alimenta

Día 5. El cansancio que alimenta

Nos levantamos y tras coger fuerzas con nuestros desayunos maratonianos, decidimos que dividiendo fuerzas ganamos en productividad. Además, ya somos seis en el grupo, y tenemos tareas muy diferentes a realizar esta mañana. Nos separamos equitativamente, tres compis se van al campo con Alex, y tres nos vamos de compras.

Comenzamos con las actividades diarias del campo, juegos y cantos con los más peques, y empezamos con la fabricación de mobiliario para la zona del té. También hacemos un columpio muy  modesto que a la tarde colgaremos en un árbol.

                                  Kindergarden con los peques


En la otra punta de Thessalonikis estamos de compras. Cargamos la furgo con un montón  de cosas, desde un altavoz para la clase de música hasta un ábaco para la clase de mates.  También compramos clavos y tablero para poder seguir construyendo las cosas que se nos van ocurriendo, como unos carteles para poner junto a la carretera, pues los niños juegan y corren cerca de ella. Y por si la furgoneta estuviera sufriendo poco con tanto peso, nos hacemos con un gran avituallamiento de agua. Recibimos algunas donaciones no esperadas, “ unos amigos suecos” nos regalan lápices para todos los residentes, y quizás sobren para algún campo aledaño.
               Segundo día de compras

Nos volvemos a juntar cuando el Sol llega a su cénit, y como si el calor fuera una sensación voluntaria, que se pudiera apartar cuando uno quiere, nos reciben a la carrera con saltos y gritos de: ¨¡Amigo, amigo! My friend, my friend!¨, con esa energía solamente atribuible a la gente chica. Nos alegra muchísimo ver cómo la gente de todas las edades se involucra poco a poco en nuestras actividades, deciden pintar una de las mesas con un diseño propio, y otra con el dibujo de un tablero de ajedrez. Aparecen las mujeres exigiendo su clase de yoga que, aunque no estaba programada, la impartimos con gran satisfacción. Casi sin darnos cuenta el sol y el aíre fresco nos va dando un respiro y comienzan a llegar los hombres para echar su liguilla ineludible de todos los días. Nuestro compañero entra al trapo, y creemos que hemos descubierto un nuevo deporte entre el futbol y el rugby, aquí la competitividad y el juego duro es notable.

                                                      Manos a la obra
Los no aficionados somos llevados por la hora del té.  Charlas y bromas con los más mayores, acompañadas con historietas de todo tipo y de ambas partes. Desde las más amargas hasta las que nos hacen llorar de risa. Poco a poco nos vamos integrando con los adultos y no podemos dejar de sentir que, de no ser por el idioma, podrían ser el vecino de nuestra puerta de al lado.

Cerramos el centro cultural y nos guardamos las llaves a buen recaudo. El fin de semana no hay clases y tampoco viene Alex .Nos dejan hacer a nuestro libre albedrío.
                                  Últimos juegos de la tarde
De este modo, nos despedimos de todos nuestros AMIGOS (cosa que nos está llevando unas dos horas diarias aproximadamente), y nos vamos a casa con un cansancio que alimenta. Mañana será otro largo día que termine, a pesar nuestro.


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